domingo, 21 de octubre de 2018

La consolidación del feminismo blanco y capitalista: H&M y Alice Weidel


La masiva marcha del “Ni una menos”, convocada en octubre del 2016 en diversas ciudades latinoamericanas, podríamos decir que constituirá un hito en la re-instalación pública del discurso feminista. Asimismo, el movimiento feminista estudiantil en Chile, durante Mayo de este año (2018) visibilizó y denunció la violencia de género que sufrimos las mujeres en los espacios educativos. Silvia Federici y Rita Segato, reconocidas académicas feministas, no han dudado en afirmar que el escenario actual manifiesta un aumento de la violencia de género, como una respuesta de los hombres al que los cimientos de la masculinidad hegemónica sean puestos en tensión. La violencia, como explica Segato, es ejercida como una pedagogía de género, una reafirmación de la dominación masculina frente a estas mujeres revoltosas.




Considero de todas maneras, que a pesar de que este escenario pueda ser una oportunidad para instalar discusiones, constituye también una amenaza pues el discurso feminista que se ha masificado tiende a ser despolitizado, sin una visión crítica en cuanto a la sociedad como un conjunto de múltiples cruces de opresiones. Podemos visualizar varios ejemplos de esto. Uno, es que se llegue al nivel de hablar de la “revolución de mayo”, del movimiento feminista como uno generalizado (y en singular), siendo que es un movimiento circunscrito a la educación superior, o sea mujeres que tienen el privilegio de estudiar en la universidad, situación muy distinta por ejemplo al de las trabajadoras, cuyas oportunidades de denunciar abusos es bastante más difícil. Con esto no se pretende denostar el movimiento, sino más bien situarlo y señalar que esta constante forma de universalizar y de enunciar “el feminismo”, como uno único, continúa invisibilizando los múltiples feminismos y sus demandas históricas, no solo referentes a derechos sexuales y reproductivos. Otro ejemplo actual, es el que multitiendas transnacionales como H&M se apropien de consignas feministas. En sus vitrinas vemos fotografías de modelos blancas, rubias, altas y delgadas en posturas desafiantes, llevando poleras estampadas con frases tales como “Girl Power”, “Feminista”, “El futuro es feminista”. De forma paradójica sin embargo, las trabajadoras y trabajadores de esta tienda, carecen de toda condición para imponerse en esta postura desafiante. Largas y extenuantes horas de trabajo, una baja remuneración, terminan precarizando a estos jóvenes trabajadores del feminismo blanco capitalista, quienes organizados como sindicato, el año 2017 levantaron una huelga de 32 días logrando mejoras mínimas en sus condiciones laborales.
Otro ejemplo de cómo se ha erigido la figura del feminismo blanco y capitalista, es la elección en 2017 de la diputada Alice Weidel, del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania. Resulta sorprendente el hecho que la candidata se reconoce abiertamente lesbiana, siendo la cara de un partido explícitamente homofóbico. De acuerdo a Celeste Murillo, quien escribe sobre ella en La izquierda Diario, su presencia como lesbiana jugaría “un rol legitimador, al mostrar una derecha moderna que se ‘adapta’ a los tiempos que corren”. Defiende férreamente los valores cristianos en oposición al islam, manifestando además su feminismo racista al argumentar que “temo que la crisis migratoria señale el comienzo del fin de los derechos de las mujeres”, afirmación hecha en una columna del diario francés L’Opinion. A pesar de las evidentes contradicciones, esta mujer ocupa una posición de privilegios geopolíticos, de clase y “raza”, que la sitúan en un lugar de poder en relación a “los otros” en Europa, migrantes racializados, tanto mujeres como hombres, que según sus palabras, amenazarían los derechos -”civilizados”- de las mujeres occidentales.
Una epistemología feminista del sur debe reconocer las distintas desigualdades y no caer en etnocentrismos blancos homogeneizantes. En este sentido, el enfoque interseccional y el feminismo negro cambiaron el paradigma positivista que excluye los factores género, raza, clase, pues se entrecruzan, son simultáneos y no adiciones. Resulta necesario entonces, dar cuenta de la potencialidad del enfoque interseccional en términos de producción de conocimiento situado en Latinoamerica, y como camino para la construcción de un proyecto político feminista decolonial desde nuestro territorio, tan diverso y heterogéneo.
El hecho que el feminismo sea cooptado por el mercado y por grupos de derecha, representa una amenaza para el carácter crítico del movimiento. Para nosotras, mujeres del Abya Yala, resulta necesario situarnos en un contexto de múltiples opresiones entrecruzadas. El problema no es que el feminismo esté de moda, el problema es que sea reproduciendo la invisibilidad histórica de las mujeres pobres y racializadas, como los casos de las mujeres mapuche criminalizadas por el Estado chileno, las trabajadoras domésticas, las y los trabajadores migrantes que están ocupando los puestos laborales más precarizados. El problema es que se alce como un lugar para todas y todos, creándose una especie de multiculturalismo ornamental en palabras de María Lugones. Se vacía el carácter político e histórico del feminismo, con afirmaciones tales como que el feminismo en los 70 no llamaba porque era demasiado “sectario”. El problema central no es que se levanten estas figuras del feminismo blanco capitalista y colonialista, si no que no se expliciten desde ese lugar y que muchas veces sea invisibilizada su posición como “neutra” y relativa a la “mujer universal”, ambas falacias coloniales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Por un 1° de mayo feminista: traer lo reproductivo al centro

¿Qué queremos decir con 1° de mayo feminista? ¿Qué reivindicamos?  En el día internacional de lxs trabajadorxs, retomamos la politización d...