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jueves, 14 de noviembre de 2019

Chile, el Estado terrorista y sus objetivos

Uno de los objetivos del terrorismo de Estado es provocar un dolor tan fuerte que no sea posible de procesar. Es provocar un shock, un trauma que paraliza, porque es más fácil reprimir los recuerdos de lo vivido que enfrentarlos y revivirlos. La avanzada represiva, mutiladora y terrorista del Estado capitalista y su aparato militar está buscando reinstalar el miedo y shock en lxs que luchan, para así volver a tener personas atemorizadas y enajenadas que se anclen pasivamente al ajetreo de una cotidianeidad explotadora. Buscan reactivar la memoria de derrota de las utopías y volver a romper el tejido social, las organizaciones y articulaciones sociales, mediante la creación de caos social. Los policías están persiguiendo y amenazando por medio de torturas a quienes desafían el status quo en Chile; una perfecta performance estatal es la que se presenta en el escenario de las últimas semanas. En los hechos, nada lo distingue de las prácticas maquiavélicas de los 70s-80s. Sin embargo, los horrores de la dictadura los representamos como superados. Según el museo de la memoria y los DDHH están encapsulados entre 1973 y 1990. No hay contexto conflictivo previo ni continuidades posteriores. Pero sabemos que no hay meras coincidencias o equivocaciones en el despliegue de la fuerza policial actual. Si no, ¿por qué hay más de 200 personas con al menos un ojo mutilado? Esto es un mensaje de terror al "despertar chileno" que, por lo demás, se ha venido gestando desde hace muchos años. El aumento de la violencia ha sido progresivo: pueblo mapuche, movimiento estudiantil, movimientos contra centrales hidroeléctricas, sector pesquero, y otros ya habían constatado en sus cuerpos que no nos estábamos enfrentando a una "violencia permitida", más bien, los años previos fueron preparándonos para lo que está sucediendo  actualmente, bajo el proceso de la normalización de la violencia. Muchxs de lxs que se encuentran en las calles probablemente no encarnan el miedo dictatorial y es por ello que hoy nuestras cuerpas se han transformado en campos de batalla, al igual que en  dictadura. 

En este sentido, claro está que con esta práctica sistemática de disparos a los ojos se nos está advirtiendo simbólicamente que no estamos autorizades a observar nuestra realidad de manera crítica. Antes del estallido, nuestra vista estaba siendo nublada por el agobio del día a día bajo el control del sistema y por tanto, no representábamos ninguna amenaza. Ahora que "Chile abrió los ojos", el Estado declara a ellos, las caras, cuerpos, mentes, almas y corazones del pueblo, un castigo ejemplar a través de las prácticas que no pensábamos volverían a repetirse, permitirse y respaldarse  y no sólo por quienes gobiernan el país, sino también por el resto de los países. Hay una complicidad que se manifiesta a través del silencio. 

Todo esto que podemos observar, es una estrategia deliberada y dirigida a reinstaurar el poder y autoridad del Estado neoliberal mediante la violencia más cruda. Pedagogía de la crueldad, como diría Rita Segato. Estamos en un mundo re-feudalizado dice la antropóloga, y los dueños del mundo nos recuerdan mediante el terror quien manda. Argumenta incluso que seguir hablando en términos de desigualdad es poco, porque la apropiación de riquezas de un ínfimo sector -a nivel mundial- ha aumentado a dimensiones extravagantes en las últimas décadas. En definitiva, pareciera que el Estado busca recolonizar de miedo nuestras cuerpas, ese miedo que en tiempos de dictadura caló profundamente y nos llevó a un sistema estatal-empresarial, y que pretende radicalizarse en estos tiempos. El montaje del caos y la crisis son el escenario perfecto para aplicar las medidas inmovilizadoras. Ahora, lo importante es que, pese a esta violencia sistémica, la revuelta no da marcha atrás y continúa en las calles. Se organiza, piensa e imagina "otro Chile". ¿Será posible que la máquina del terror no logre su objetivo?

Por: Migrar Photo


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