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jueves, 14 de noviembre de 2019

El discurso de los DDHH: ficciones y alternativas


Cuando el director del INDH, Segio Micco, negó la sistematicidad de las violaciones a los DDHH en Chile, nos surgieron muchas preguntas: ¿cómo seguir creyendo en un concepto tan manoseado como los DDHH cuando la institucionalidad ampara la muerte en pos de la acumulación? ¿No es sintomático que tengamos que estar constantemente apelando a los DDHH? Que haya que invocar esta figura todos los días es porque evidentemente no hay garantía de esos derechos, a excepción para los ricos, (euro)blancos y hombres predominantemente. ¿Será que los Estados capitalistas inventaron esta fachada para legitimar su poder y controlar aquellas alternativas que se escaparan de su marco de intereses? ¿Por qué el mundo se escandaliza solo con las supuestas "violaciones a los DDHH“ en Cuba y Venezuela? Nosotras creemos que el discurso de los DDHH es sospechoso desde que surgió. Uno de los logros del terrorismo de Estado es que nos concentremos justamente en los DDHH y que los debates se reduzcan a esto. Por supuesto que son una base -base que precisa ser resignificada desde un feminismo decolonial y antirracista-, la vida respirada en dignidad es un punto de partida, pero no permitamos que las discusiones se despoliticen y se queden solo en reivindicaciones de carácter liberal como ha pasado en el período postdictadura. Necesitamos complementar la defensa mínima y básica de la integridad de todas las personas con una urgente discusión de proyecto alternativo de sociedad. Una sociedad en la que no tengamos que discutir el uso de perdigones y balines dirigidos a mutilar los ojos de manifestantes, sino una sociedad que reformule las nociones de DDHH desde visiones colectivistas. 

El pueblo mapuche, l@s zapatistas y el pueblo kurdo son quizá algunos de los ejemplos más importantes en términos de referencia organizativa y resistencia. Cada cual, desde su historia y contexto, lucha por y para el pueblo. Lo comunitario, es decir, el vivir velando por el  bienestar común en el que todas y todos tengan cabida, puede funcionar como nuestro precedente.  Pues el sistema neoliberal nos ha orillado a vidas individualistas que nada tienen que ver con lo que los pueblos mencionados nos presentan. Tan efectivo ha sido el modelo que al día de hoy en las marchas suelen observarse carteles que anuncian una disculpa al pueblo mapuche en relación "ahora les creemos". La falta de empatía ha sido uno de los grandes logros de este sistema nefasto. Sin embargo, el pueblo mapuche no es rencoroso, por el contrario, está presente en estas movilizaciones solidarizando con lxs chilenxs. Esa es una enseñanza concreta y honesta.  


"La lucha es por la vida", es uno de los eslogan que por el sur de Chiapas suele escucharse ¿Hace cuánto fue su levantamiento? Hace 26 años se anunció un "Ya basta". Esto quiere decir que desde ese entonces -al menos de manera visible para el mundo- los y las zapatistas, a través de sus propuestas y trabajos, nos han ido entregando pistas para que pensemos y repensemos el vivir bajo las premisas de libertad,  justicia y  dignidad. 


Mientras que, el pueblo kurdo, uno de los más antiguos y resistentes del mundo, también ha desafiado por completo las estructuras capitalistas, patriarcales y etnocidas. "El pueblo no será libre, hasta que las mujeres lo sean" y, "las mujeres no seremos libres hasta que todas las mujeres del mundo lo estén", son algunas de sus premisas de vida. Esto, justamente, es hacia donde debemos comenzar a apuntar. El caminar está en que "la dignidad se haga costumbre", que nuestro habitar el mundo sea autodeterminado en colectivo y construido en respeto a nuestras cuerpas, nuestras identidades, territorios y cosmovisiones. 

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