viernes, 26 de abril de 2019

Francesca Gargallo: "En estos momentos estamos en una cresta feminista que sube empujada por el viento de la violencia"

Francesca Gargallo,  activista feminista autónoma, investigadora, poeta, narradora, docente , autora de obras como: Feminismos desde el Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América; Verano con lluvia;  Estar en el mundo; Garífuna, Garínagu, Caribe; Saharaui, el pueblo del sol ,entre otras. Es de origen italiano, pero radicada en México desde 1979.  Su esencia viajera y curiosidad por descubrir las múltiples realidades le han permitido empaparse de conocimientos  y saberes de las mujeres que habitamos este mundo.

Para este "Calilamente hablando", nos ha brindado una muy enriquecedora entrevista en la que nos expresa sus posturas y sentires con respecto a temas y problemáticas que cruzan a los movimientos feministas en la actualidad.



Fracesca Gargallo en la librería "La Cosecha" de San Cristóbal de las Casas, México, con su libro en mano titulado "Ideas y prácticas del entre-mujeres".



Bueno Francesca, para comenzar nos gustaría preguntarte, ¿cuáles son las características y/o fortalezas que rescatas de los movimientos sociales feministas actuales en comparación a olas feministas anteriores?

Hay una característica negativa que se vuelve positiva, o sea, que tiene un elemento positivo. La característica más terrible de esta ola es que nace de la indignación y el “Ya basta” realmente a los feminicidios. Es decir, de alguna manera, disfrutamos de una cresta feminista, de un oleaje que viene produciéndose y reproduciéndose de un mar muy largo, desde hace unos 200 años. Pero en estos momentos estamos en una cresta feminista que sube empujada por el viento de la violencia y el viento de la violencia contra las mujeres es histórico aunque tiene una carga de odio hacia las mujeres en los últimos 30 años, sobre todo, desde de que las mujeres Madres de Juárez lo visualizaron en 1993: una carga de odio hacia las mujeres que viene de una renovada guerra contra las mujeres porque empezamos a tener autonomía, independencia. Viajamos a ser explotadas a una ciudad  maquilera conscientes de que el sistema capitalista renovado es el que nos explota, nos lleva a las bodegas enormes de la industria del ensamblaje, nos pagan malísimo, pero al final de cuentas ganas un dinero que es tuyo. Y ahí es donde van y empiezan a matar sistemáticamente a mujeres. Esto sin reducir la violencia pre-existente contra las mujeres en el ámbito familiar, que es donde históricamente se ha dado el mayor número de asesinatos y de actos de violencias contra nosotras. La violencia contra nuestra liberación se convierte en una violencia de odio, y las mujeres empezamos a ser asesinadas en formas que involucran una crueldad de guerra muy semejante a la crueldad que los Kaibiles utilizaron en los genocidios de Guatemala (no es casual que los Kaibiles hoy sean esos entrenadores de las tropas de élite de toda América Latina)  Hay una estética de la violencia de guerra que hace 30 años de repente  aparece en nuestras vidas, en lugares supuestamente de paz, y aparece también esa cosa horrible que es, por un lado, la tendencia a normalizar el asesinato de mujeres y, por el otro, la tendencia de todos los sistemas legales, basándose en un renovado moralismo, de decir que las víctimas son de alguna manera responsables de lo que les ha pasado: por cómo andaban vestidas, por la hora en que salían, por el motivo que fuera, eran de alguna manera responsables de lo que les había pasado. Y esto es una violencia que alimenta la rabia, el enojo y que en el 2015 estalla en Argentina y en el 2016 en México; se convierte realmente en el móvil de demandas, de exigencias de derecho a la vida y de derecho a la buena vida dentro de la vida, y que retoman después las estudiantes chilenas maravillosas cuando comienzan a hacer una revolución en las casas de estudio donde exigen poder estudiar sin abusos. Esta es una cresta de ola empujada por el rechazo de la violencia, y en algunos lugares termina siendo muy ligada a la violencia, por lo tanto, no pueden crear otra cosa. Y en otros lugares, este rechazo a la violencia se acompaña de la construcción de una buena vida, por ejemplo: la marea feminista argentina sí es una marea contra el feminicidio, pero también es una marea verde en favor del derecho de las mujeres a organizar su vida con pleno poder sobre su cuerpo y esto es muy fuerte, muy creativo y muy afirmativo del colectivo de las mujeres. La marea verde es muy importante. Este feminismo salta el charco, se va y cruza el Atlántico y llega al sur de Europa, llega a Italia, España y a Francia, y en particular en España origina algo enorme que vimos ahora en el 8M, donde vimos que la huelga de mujeres en España implica seis millones de mujeres, es la huelga laboral y de consumo más grande de los últimos 40 años. Pero la huelga del 8M en España no existiría sin el movimiento “Ni una Menos” de Argentina y “Ni una Más” de México. Este es el límite pero es también la fuerza del movimiento actual, que tiene menos de un lustro, el que empezó en realidad hace cuatro años.

Nos gustaría preguntarte también, ¿cómo observas el escenario actual para las mujeres y activistas de la vida por la defensa de los territorios?

Creo que es muy importante darnos cuenta que los 40 años de no visibilidad feminista durante, digamos, el valle de la ola feminista, las feministas siguieron tejiendo en ocasiones todo un discurso masculino muy bien, argumento que hizo que las mujeres no podían publicar libros, que su literatura se plegara nuevamente a relaciones de pareja y toda esta serie de cosas. Pero tejimos y seguimos tejiendo relaciones desde todos los lados y descubrimos grandes aportes que, debido a los propios movimientos de pueblos, las mujeres se sensibilizaron y empezaron a querer dialogar con otras. Estoy hablando de mujeres de Nigeria que quisieron denunciar cómo en el repliegue las mujeres empezaron a ser acusadas de brujería mientras les quitaban las tierras comunales, las mujeres mapuches, las mujeres mayas que se organizan en el movimiento zapatista, las mujeres del CRIC en el Cauca que transforman la educación y la vida cotidiana mientras fundan escuelas. Mezclan sistemas y acompañan a los hombres tanto en la guardia indígena como en las mingas para visibilizar las condiciones del territorio, que es territorio de vida y que al mismo tiempo es el espacio ecológico a defender por todas y todos, no sólo por los pueblos indígenas. Entonces creo que eso ha sido muy importante y hemos aprendido todas muchísimo de las mujeres guatemaltecas que se pusieron en los caminos, poniendo su cuerpo para que no entrara la maquinaria para romper la tierra en una mina, o las mujeres que han ido a impedir que se enterraran los tubos en Morelos. Un proyecto absurdo de una termoeléctrica debajo de las faldas de un volcán que, en este preciso momento, está en  fuerza 3, es decir, es como meter una bomba en el centro de una ciudad que se va a incendiar, ¿no?

En ese sentido ¿planteas que no hay que hacer un binarismo rural-urbano?

Yo creo que hay que deshacer esa división de la modernidad entre lo rural y lo urbano. Es una tarea urgente del movimiento actual y que las feministas nos han empezado a mostrar como trabajo de todas y todos, porque las ciudades se están colapsando, la Ciudad del Cabo es una ciudad sin agua, muy pronto Ciudad de México será otra, Dheli...tenemos sequías en el mundo... Y de repente nos encontramos con que ni la ciudad sabe más del campo, ni el campo debe seguir produciendo para la ciudad  para decidir defenderse así mismo, y entonces ahí estaremos realmente obligadas a repensar esta relación de vasallaje a la que las ciudades han obligado al campo.

Pensando en estas múltiples formas de relacionarnos, de comprender el mundo, ¿qué opinas del trabajo revolucionario de las mujeres kurdas?

De repente la primera impresión no me gustó porque lo único que visibilizaron los medios -que siempre están al servicio del capital y de la moral capitalista- fueron mujeres en armas, poco a poco fuimos a buscar otra información y cuando finalmente nos encontramos con las mujeres kurdas, las escuchamos y  empezamos a leer lo que significa para ellas la Jineolojî  y esta lógica de las mujeres, nos percatamos que ellas, por un lado, no podían no luchar porque esos mercenarios organizados por el capital transnacional, que son el Estado Islámico utilizando toda esta maquinaria ideológica religiosa realmente las mataban, las obligaban a la esclavitud sexual, las vendían. Se las repartían en el más claro sentido de que en la guerra las mujeres son botín, en el más evidente de los sentidos de mujer = botín de guerra. Y entonces tomar las armas ahí tiene una características ofensiva importantísima, que no parte de la lógica patriarcal del hacer la guerra y demuestra la fuerza defensiva también de la violencia femenina, ¿por qué no? Si me debo defender, debo poder usar una violencia que contrarreste la violencia, pero la cosa que me parece más interesante es la construcción que hacen apenas liberan un lugar. Es decir, defenderse para liberar y liberar para construir. Y en la construcción se construyen relaciones económicas, cooperativas de producción y distribución de bienes necesarios para la vida, se producen nuevas relaciones afectivas, las mujeres están en los debates de los juzgados y en los pleitos familiares donde hasta ahora las mujeres siempre perdían. Y están en una serie de construcciones educativas con las niñas y los niños. Creo que de las mujeres kurdas, así como de las mujeres indígenas y africanas tenemos muchísimo que aprender.

Los movimientos feministas muchas veces se han pensado desde una construcción binaria de lo masculino y femenino,  en relación a esto ¿qué opinas sobre el papel que ocupan las disidencias al interior de las luchas feministas?

Es muy interesante esta pregunta porque yo pertenezco al grupo de mujeres feministas que ha cambiado su posición sobre las trans. En un principio siempre había apoyado las demandas, el reconocimiento y siempre había tenido relación de amistad con mujeres y hombres transexuales e intersexuales, sin embargo, decía "en el feminismo no, que construyan su espacio porque tienen una historia diferente a la historia del feminismo". Últimamente, sobre todo, los últimos cuatro, cinco años, una de las cosas de las cuales me  he dado cuenta es que una parte importantísimo de los transfemicinicidios implica que el colectivo masculino violento castiga a las mujeres trans por querer ser mujeres, y que esa voluntad y ese alto reconocimiento en su femineidad es un derecho que las convierte en mujeres como yo. Entonces el transfeminicidio nos da muchas pistas sobre lo que es el feminicidio como delito de odio, pero en la vida las relaciones entre mujeres trans y entre mujeres que nacimos con una genitalidad  femenina creo que es muy, muy importante. En este momento reconozco muchas trans anticapitalistas, mujeres que me enseñan mucho sobre mi propio feminismo. Por otro lado, recuerdo que hace más de 20 años yo estaba entre las que decían: “No, las trans no deben participar de los encuentros feministas”, y me sorprende que hoy haya grupos lésbicos radicales que no quieren que las mujeres trans lesbianas marchen con ellas porque no las reconocen como lesbianas. Entonces me parece que es muy raro, porque por un lado, yo venía de las lecturas y el acompañamiento de mujeres lesbianas que creían sinceramente en las frases de Monique Wittig: " las lesbianas no son mujeres" , es decir, las mujeres son una construcción masculina y las lesbianas responden a los hombres “no somos mujeres”. Y que reivindiquen en cambio que las mujeres trans no pueden marchar con ellas...eso me descoloca un poco.

Saltando a otro tema, ¿qué posturas tienes frente a movimientos mainstream como el #metoo y las demandas punitivistas desde algunos sectores feministas?  

La picota, la cárcel, la expulsión, la denuncia anónima, no hacen parte de mi mundo de la justicia, las considero realmente manifestaciones muy retrógradas para la posibilidad de reinserción social de las personas que han ejercido violencia. Claro, en ciertos momentos, yo siempre estuve contra los scraches por ejemplo, aunque reconozco que en ciertos momentos he considerado a ciertos scracher indispensables porque no había manera de mover la realidad de alguien. Y hago diferencia entre ciertas etiquetas, hashtag como “mi primer acoso” que circuló en 2016 en México y que inundó de narraciones de mujeres, de la experiencia que en su propio cuerpo tuvieron, en ocasiones desde la cuna. Y el #metoo actual que nace, no lo sé, según yo de un grupo clasista de escritoras resentidas que efectivamente denunciaron a hombres que todas las escritoras sabíamos que eran acosadores porque habían acosado a muchas y que hicieron una indistinta agresión....daba lo mismo si un escritor había violado a ocho mujeres u otro había tenido una actitud antipática a la hora de una relación, y perdón, no son la misma cosa. Y sí, son ejercicios indebidos del poder que son desiguales entre mujeres y hombres. No es lo mismo ejercer en una forma impune la violación que pedirte que te vayas de tu casa a las cuatro de la mañana porque viene tu novia, son dos cosas distintas. Ahora, el problema es esto, cómo nos meten a las mujeres frente a este #metoo clasista del #metoo escritores. Nos ponen frente a #hermanayotecreo y ¡por supuesto hermana yo te creo! yo no dudo de las denuncias firmadas, de las anónimas sí dudo. No dudo de las denuncias firmadas donde esté el nombre de la persona que se atreve finalmente a liberarse del horror de lo que vivió con un colega. Y lo diferente del #metoomaestro es que nace seguramente por la fuerza con que la gente leyó esto. Sí le permitió a muchas mujeres y sobre todo a estudiantes, y sobre todo menores de edad, denunciar maestros que la institución escolar y que la institución universitaria habían convertido en intocables. Además el #metooacadémicos es mucho menos clasista que el #metooescritores, donde las escritoras que lanzan esta convocatoria se rebelan contra hombres que pertenecen a una minoría a lo que también pertenecen las escritoras.

¿Y en relación al #metoo de activistas?

La existencia de machos de izquierda es una realidad que todas las mujeres conocemos. No hay ninguna diferencia para nosotras entre un macho de izquierda y un macho de derecha, acosan igual, molestan igual, rebajan igual las palabras, las opiniones de las mujeres, pero finalmente son pequeños grupos o de grandes grupos. En cambio el #metoo académico toca la escuela. En la escuela es el sistema educativo de Estado que cruza todas las clases sociales, y la verdad, en las denuncias contra los académicos había verdaderos delitos que deberían perseguirse de oficio.

Entendiendo que hace un rato mencionaste que lo punitivo te genera rechazo como respuesta política, ¿qué otras alternativas podrías pensar para la transformación social, asumiendo la complejidad de la pregunta?

Yo creo que eso es un debate abierto porque dentro del feminismo durante muchos años, las mujeres de la ley han peleado por penas mayores, penas carcelarias mayores para violadores, asesinos, hombres que intentaron cometer un feminicidio  y falló, en fin. Se ha pedido desde el movimiento feminista un castigo mayor contra los perpetradores de violencia contra las mujeres, sin embargo, en mi experiencia de diálogo con las mujeres de diferentes pueblos de América Latina, yo me he dado cuenta de lo bárbaro que somos en las sociedades occidentalizadas porque esta ley lo que impide es sanar la sociedad. Lo que haces es excluir de un espacio a alguien a través del exilio, el rechazo...en Italia ahora por ejemplo, contra todas las y los militantes de izquierda, los municipios le dan una hoja por la cual le impiden regresar al municipio y lo sacan de ahí. Eso me parece de una brutalidad y de una facilonería impresionante. Y la picota, solo falta que vayamos a lapidar a la persona que ha cometido violencia, entonces qué diferencia hay entre nosotras feministas y un régimen que permite la lapidación de mujeres adultas como los regímenes que mantienen las Sharia como su propia ley también, no hay ninguna diferencia. Yo me quiero diferenciar, yo no quiero ser eso. Entonces pensar, por ejemplo, a través de las reeducaciones a través de un trabajo que implica también el juego con la sociedad de los delincuentes,  de la gente que ha delinquido contra la vida de las mujeres, me parece importantísimo. Creo que debemos estudiarlo más y mejor porque la cárcel no sirve de nada, a menos que nos separe simplemente al delincuente del resto de la sociedad, pero esta separación no cura, sólo separa. Por eso yo también estoy en contra del sistema metro de la Ciudad de México, que contra el acoso y la violencia en el transporte público de los hombres hacia las mujeres, lo único que ha sabido idear ha sido hacer vagones segregados para las mujeres, lavándose las manos de reeducar a la sociedad.

Francesca, muchas gracias por compartir con nosotras.

Para quienes deseen conocer más de Francesca a través de sus escritos, les recomendamos que visiten su página: https://francescagargallo.wordpress.com/





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