Francesca Gargallo, activista feminista autónoma, investigadora, poeta, narradora, docente , autora de obras como: Feminismos desde el Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América; Verano con lluvia; Estar en el mundo; Garífuna, Garínagu, Caribe; Saharaui, el pueblo del sol ,entre otras. Es de origen italiano, pero radicada en México desde 1979. Su esencia viajera y curiosidad por descubrir las múltiples realidades le han permitido empaparse de conocimientos y saberes de las mujeres que habitamos este mundo.
Para este "Calilamente hablando", nos ha brindado una muy enriquecedora entrevista en la que nos expresa sus posturas y sentires con respecto a temas y problemáticas que cruzan a los movimientos feministas en la actualidad.
Fracesca Gargallo en la librería "La Cosecha" de San Cristóbal de las Casas, México, con su libro en mano titulado "Ideas y prácticas del entre-mujeres".
Bueno Francesca, para comenzar nos gustaría preguntarte, ¿cuáles son las características y/o fortalezas que rescatas de los
movimientos sociales feministas actuales en comparación a olas feministas
anteriores?
Hay una característica negativa que se vuelve positiva, o sea, que tiene
un elemento positivo. La característica más terrible de esta ola es que nace de
la indignación y el “Ya basta” realmente a los feminicidios. Es decir, de
alguna manera, disfrutamos de una cresta feminista, de un oleaje que viene
produciéndose y reproduciéndose de un mar muy largo, desde hace unos 200 años.
Pero en estos momentos estamos en una cresta feminista que sube empujada por el
viento de la violencia y el viento de la violencia contra las mujeres es
histórico aunque tiene una carga de odio hacia las mujeres en los últimos 30 años,
sobre todo, desde de que las mujeres Madres de Juárez lo visualizaron en 1993:
una carga de odio hacia las mujeres que viene de una renovada guerra contra las
mujeres porque empezamos a tener autonomía, independencia. Viajamos a ser
explotadas a una ciudad maquilera conscientes de que el sistema
capitalista renovado es el que nos explota, nos lleva a las bodegas enormes de
la industria del ensamblaje, nos pagan malísimo, pero al final de cuentas ganas
un dinero que es tuyo. Y ahí es donde van y empiezan a matar sistemáticamente a
mujeres. Esto sin reducir la violencia pre-existente contra las mujeres en el
ámbito familiar, que es donde históricamente se ha dado el mayor número de
asesinatos y de actos de violencias contra nosotras. La violencia contra nuestra
liberación se convierte en una violencia de odio, y las mujeres empezamos a ser
asesinadas en formas que involucran una crueldad de guerra muy semejante a la
crueldad que los Kaibiles utilizaron en los genocidios de Guatemala (no es
casual que los Kaibiles hoy sean esos entrenadores de las tropas de élite de
toda América Latina) Hay una estética de
la violencia de guerra que hace 30 años de repente aparece en nuestras
vidas, en lugares supuestamente de paz, y aparece también esa cosa horrible que
es, por un lado, la tendencia a normalizar el asesinato de mujeres y, por el
otro, la tendencia de todos los sistemas legales, basándose en un renovado
moralismo, de decir que las víctimas son de alguna manera responsables de lo que
les ha pasado: por cómo andaban vestidas, por la hora en que salían, por el
motivo que fuera, eran de alguna manera responsables de lo que les había
pasado. Y esto es una violencia que alimenta la rabia, el enojo y que en el
2015 estalla en Argentina y en el 2016 en México; se convierte realmente en el
móvil de demandas, de exigencias de derecho a la vida y de derecho a la buena
vida dentro de la vida, y que retoman después las estudiantes chilenas
maravillosas cuando comienzan a hacer una revolución en las casas de estudio
donde exigen poder estudiar sin abusos. Esta es una cresta de ola empujada por
el rechazo de la violencia, y en algunos lugares termina siendo muy ligada a la
violencia, por lo tanto, no pueden crear otra cosa. Y en otros lugares, este
rechazo a la violencia se acompaña de la construcción de una buena vida, por
ejemplo: la marea feminista argentina sí es una marea contra el feminicidio, pero también es una marea verde en favor del derecho de las mujeres a organizar
su vida con pleno poder sobre su cuerpo y esto es muy fuerte, muy creativo y
muy afirmativo del colectivo de las mujeres. La marea verde es muy importante.
Este feminismo salta el charco, se va y cruza el Atlántico y llega al sur de
Europa, llega a Italia, España y a Francia, y en particular en España origina
algo enorme que vimos ahora en el 8M, donde vimos que la huelga de mujeres en
España implica seis millones de mujeres, es la huelga laboral y de consumo más
grande de los últimos 40 años. Pero la huelga del 8M en España no existiría sin
el movimiento “Ni una Menos” de Argentina y “Ni una Más” de México. Este es el
límite pero es también la fuerza del movimiento actual, que tiene menos de un
lustro, el que empezó en realidad hace cuatro años.
Nos gustaría preguntarte también, ¿cómo observas el escenario actual para las
mujeres y activistas de la vida por la defensa de los territorios?
Creo que es muy importante darnos cuenta que los 40 años de no
visibilidad feminista durante, digamos, el valle de la ola feminista, las
feministas siguieron tejiendo en ocasiones todo un discurso masculino muy bien, argumento que hizo que las mujeres no podían publicar libros, que su literatura se plegara nuevamente a
relaciones de pareja y toda esta serie de cosas. Pero tejimos y seguimos
tejiendo relaciones desde todos los lados y descubrimos grandes aportes que,
debido a los propios movimientos de pueblos, las mujeres se sensibilizaron y
empezaron a querer dialogar con otras. Estoy hablando de mujeres de Nigeria que
quisieron denunciar cómo en el repliegue las mujeres empezaron a ser acusadas
de brujería mientras les quitaban las tierras comunales, las mujeres mapuches,
las mujeres mayas que se organizan en el movimiento zapatista, las mujeres del
CRIC en el Cauca que transforman la educación y la vida cotidiana mientras
fundan escuelas. Mezclan sistemas y acompañan a los hombres tanto en la guardia
indígena como en las mingas para visibilizar las condiciones del territorio, que
es territorio de vida y que al mismo tiempo es el espacio ecológico a defender
por todas y todos, no sólo por los pueblos indígenas. Entonces creo que eso ha
sido muy importante y hemos aprendido todas muchísimo de las mujeres
guatemaltecas que se pusieron en los caminos, poniendo su cuerpo para que no
entrara la maquinaria para romper la tierra en una mina, o las mujeres que han
ido a impedir que se enterraran los tubos en Morelos. Un proyecto absurdo de
una termoeléctrica debajo de las faldas de un volcán que, en este preciso
momento, está en fuerza 3, es decir, es como meter una bomba en el centro
de una ciudad que se va a incendiar, ¿no?
En ese sentido ¿planteas que no hay que hacer un binarismo rural-urbano?
Yo creo que hay que deshacer esa división de la modernidad entre lo
rural y lo urbano. Es una tarea urgente del movimiento actual y que las
feministas nos han empezado a mostrar como trabajo de todas y todos, porque las
ciudades se están colapsando, la Ciudad del Cabo es una ciudad sin agua, muy
pronto Ciudad de México será otra, Dheli...tenemos sequías en el mundo... Y de
repente nos encontramos con que ni la ciudad sabe más del campo, ni el campo
debe seguir produciendo para la ciudad para decidir defenderse así mismo,
y entonces ahí estaremos realmente obligadas a repensar esta relación de
vasallaje a la que las ciudades han obligado al campo.
Pensando en estas múltiples formas de relacionarnos, de comprender el
mundo, ¿qué opinas del trabajo revolucionario de las mujeres kurdas?
De repente la primera impresión no me gustó porque lo único que
visibilizaron los medios -que siempre están al servicio del capital y de la
moral capitalista- fueron mujeres en armas, poco a poco fuimos a buscar otra
información y cuando finalmente nos encontramos con las mujeres kurdas, las
escuchamos y empezamos a leer lo que significa para ellas la Jineolojî y esta
lógica de las mujeres, nos percatamos que ellas, por un lado, no podían no
luchar porque esos mercenarios organizados por el capital transnacional, que son
el Estado Islámico utilizando toda esta maquinaria ideológica religiosa
realmente las mataban, las obligaban a la esclavitud sexual, las vendían. Se
las repartían en el más claro sentido de que en la guerra las mujeres son
botín, en el más evidente de los sentidos de mujer = botín de guerra. Y
entonces tomar las armas ahí tiene una características ofensiva
importantísima, que no parte de la lógica patriarcal del hacer la guerra y
demuestra la fuerza defensiva también de la violencia femenina, ¿por qué no? Si
me debo defender, debo poder usar una violencia que contrarreste la violencia,
pero la cosa que me parece más interesante es la construcción que hacen apenas
liberan un lugar. Es decir, defenderse para liberar y liberar para construir. Y
en la construcción se construyen relaciones económicas, cooperativas de
producción y distribución de bienes necesarios para la vida, se producen nuevas
relaciones afectivas, las mujeres están en los debates de los juzgados y en los
pleitos familiares donde hasta ahora las mujeres siempre perdían. Y están en
una serie de construcciones educativas con las niñas y los niños. Creo que de
las mujeres kurdas, así como de las mujeres indígenas y africanas tenemos
muchísimo que aprender.
Los movimientos feministas muchas veces se han pensado desde una
construcción binaria de lo masculino y femenino, en relación a esto ¿qué
opinas sobre el papel que ocupan las disidencias al interior de las luchas
feministas?
Es muy interesante esta pregunta porque yo pertenezco al grupo de
mujeres feministas que ha cambiado su posición sobre las trans. En un principio siempre había apoyado las demandas, el reconocimiento y
siempre había tenido relación de amistad con mujeres y hombres transexuales e
intersexuales, sin embargo, decía "en el feminismo no, que construyan su espacio
porque tienen una historia diferente a la historia del feminismo". Últimamente,
sobre todo, los últimos cuatro, cinco años, una de las cosas de las cuales me he dado
cuenta es que una parte importantísimo de los transfemicinicidios implica que
el colectivo masculino violento castiga a las mujeres trans por querer ser
mujeres, y que esa voluntad y ese alto reconocimiento en su femineidad es un
derecho que las convierte en mujeres como yo. Entonces el transfeminicidio nos
da muchas pistas sobre lo que es el feminicidio como delito de odio, pero en la
vida las relaciones entre mujeres trans y entre mujeres que nacimos con una
genitalidad femenina creo que es muy,
muy importante. En este momento reconozco muchas trans anticapitalistas,
mujeres que me enseñan mucho sobre mi propio feminismo. Por otro lado, recuerdo
que hace más de 20 años yo estaba entre las que decían: “No, las trans no deben
participar de los encuentros feministas”, y me sorprende que hoy haya grupos
lésbicos radicales que no quieren que las mujeres trans lesbianas marchen con
ellas porque no las reconocen como lesbianas. Entonces me parece que es muy
raro, porque por un lado, yo venía de las lecturas y el acompañamiento de
mujeres lesbianas que creían sinceramente en las frases de Monique Wittig:
" las lesbianas no son mujeres" , es decir, las mujeres son una
construcción masculina y las lesbianas responden a los hombres “no somos mujeres”.
Y que reivindiquen en cambio que las mujeres trans no pueden marchar con
ellas...eso me descoloca un poco.
Saltando a otro tema, ¿qué posturas tienes frente a movimientos mainstream como el #metoo y
las demandas punitivistas desde algunos sectores feministas?
La picota, la cárcel, la expulsión, la denuncia anónima, no hacen parte
de mi mundo de la justicia, las considero realmente manifestaciones muy retrógradas para la posibilidad de reinserción social de las personas que
han ejercido violencia. Claro, en ciertos momentos, yo siempre estuve contra
los scraches por ejemplo, aunque reconozco que en ciertos momentos he
considerado a ciertos scracher indispensables porque no había manera de
mover la realidad de alguien. Y hago diferencia entre ciertas etiquetas, hashtag
como “mi primer acoso” que circuló en 2016 en México y que inundó de
narraciones de mujeres, de la experiencia que en su propio cuerpo tuvieron, en
ocasiones desde la cuna. Y el #metoo actual que nace, no lo sé, según yo
de un grupo clasista de escritoras resentidas que efectivamente denunciaron a
hombres que todas las escritoras sabíamos que eran acosadores porque habían
acosado a muchas y que hicieron una indistinta agresión....daba lo mismo si un
escritor había violado a ocho mujeres u otro había tenido una actitud antipática a
la hora de una relación, y perdón, no son la misma cosa. Y sí, son ejercicios
indebidos del poder que son desiguales entre mujeres y hombres. No es lo mismo
ejercer en una forma impune la violación que pedirte que te vayas de tu casa a
las cuatro de la mañana porque viene tu novia, son dos cosas distintas. Ahora, el
problema es esto, cómo nos meten a las mujeres frente a este #metoo
clasista del #metoo escritores. Nos ponen frente a #hermanayotecreo
y ¡por supuesto hermana yo te creo! yo no dudo de las denuncias
firmadas, de las anónimas sí dudo. No dudo de las denuncias firmadas donde esté
el nombre de la persona que se atreve finalmente a liberarse del horror de lo
que vivió con un colega. Y lo diferente del #metoomaestro es que nace
seguramente por la fuerza con que la gente leyó esto. Sí le permitió a muchas
mujeres y sobre todo a estudiantes, y sobre todo menores de edad, denunciar
maestros que la institución escolar y que la institución universitaria habían
convertido en intocables. Además el #metooacadémicos es mucho menos
clasista que el #metooescritores, donde las escritoras que lanzan esta
convocatoria se rebelan contra hombres que pertenecen a una minoría a lo que
también pertenecen las escritoras.
¿Y en relación al #metoo de activistas?
La existencia de machos de izquierda es una realidad que todas las
mujeres conocemos. No hay ninguna diferencia para nosotras entre un macho de
izquierda y un macho de derecha, acosan igual, molestan igual, rebajan igual
las palabras, las opiniones de las mujeres, pero finalmente son pequeños grupos
o de grandes grupos. En
cambio el #metoo académico toca la escuela. En la escuela es el sistema
educativo de Estado que cruza todas las clases sociales, y la verdad, en las
denuncias contra los académicos había verdaderos delitos que deberían
perseguirse de oficio.
Entendiendo que hace un rato mencionaste que lo punitivo te genera
rechazo como respuesta política, ¿qué otras alternativas podrías pensar para la
transformación social, asumiendo la complejidad de la pregunta?
Yo creo que eso es un debate abierto porque dentro del feminismo durante
muchos años, las mujeres de la ley han peleado por penas mayores, penas
carcelarias mayores para violadores, asesinos, hombres que intentaron cometer
un feminicidio y falló, en fin. Se ha pedido desde el movimiento
feminista un castigo mayor contra los perpetradores de violencia contra las
mujeres, sin embargo, en mi experiencia de diálogo con las mujeres de
diferentes pueblos de América Latina, yo me he dado cuenta de lo bárbaro que
somos en las sociedades occidentalizadas porque esta ley lo que impide es sanar
la sociedad. Lo que haces es excluir de un espacio a alguien a través del
exilio, el rechazo...en Italia ahora por ejemplo, contra todas las y los
militantes de izquierda, los municipios le dan una hoja por la cual le impiden
regresar al municipio y lo sacan de ahí. Eso me parece de una brutalidad y de
una facilonería impresionante. Y la picota, solo falta que vayamos a lapidar a
la persona que ha cometido violencia, entonces qué diferencia hay entre
nosotras feministas y un régimen que permite la lapidación de mujeres adultas
como los regímenes que mantienen las Sharia como su propia ley también, no hay
ninguna diferencia. Yo me quiero diferenciar, yo no quiero ser eso. Entonces
pensar, por ejemplo, a través de las reeducaciones a través de un trabajo
que implica también el juego con la sociedad de los delincuentes, de la gente que ha delinquido contra la vida
de las mujeres, me parece importantísimo. Creo que debemos estudiarlo más y
mejor porque la cárcel no sirve de nada, a menos que nos separe simplemente al
delincuente del resto de la sociedad, pero esta separación no cura, sólo
separa. Por eso yo también estoy en contra del sistema metro de la Ciudad de
México, que contra el acoso y la violencia en el transporte público de los
hombres hacia las mujeres, lo único que ha sabido idear ha sido hacer vagones
segregados para las mujeres, lavándose las manos de reeducar a la sociedad.
Francesca, muchas gracias por compartir con nosotras.
Para quienes deseen conocer más de Francesca a través de sus escritos, les recomendamos que visiten su página: https://francescagargallo.wordpress.com/
Francesca, muchas gracias por compartir con nosotras.
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