“Los
mal llamados problemas íntimos”
Hola, les escribo para
compartirles mi historia… porque pienso que no es sólo mía, de seguro muchas de
las que lean estas líneas también lo han vivido en algún momento y, sino, a más
de alguna le ocurrirá, tristemente. Y conste que no nos hemos enterado de ello porque
la sociedad nos ha enseñado a callar; hemos aprendido a guardarnos muy bien
las cosas que más nos pueden afectar.
Pues así me pasó por
mucho tiempo, actualmente tengo 28 años. Sin embargo, parte importante de mi
vida ha transcurrido en silencios, silencios que para el resto que se
encuentra a mi alrededor han pasado
totalmente desapercibidos...precisameente fui yo quien se encargó de que fuera
así porque cuando en algún momento intenté hablar sobre los "problemas más íntimos”
parecía que los nudos en la garganta se instalaban en mí, como barricadas…
Imagen extraída de: http://www.ginecologianatural.com.ar/#!/-ginecologia-al-alcance-de-todas/
Por otro lado, la verdad
es que a pesar del rechazo que sentía por él,
también me caía bien; el muy asqueroso supo hacer muy bien su manipulación
mental. Afortunadamente, al pasar los años, pude contar aquel secreto que tan
bien supe guardar. Aún era niña cuando lo verbalicé, aunque desde ese momento sabía que algo no andaría bien en el futuro...
Pues cuando inicié mi
vida adolescente y comenzó a surgir mi deseo sexual hacia otra persona, sentí mucho
miedo, la imagen de mi primer abuso vivido no paraba de venir a mi cabeza.
Por suerte, logré vencer y poco a poco comencé a desarrollar mi vida sexual
que, por cierto, siempre estuvo acompañada de esa culpa moralista que tantas
veces se encarna en nosotras. Muchas veces me sentí una mujer fácil, de esas
que te “describen” en los colegios religiosos, mujeres carentes de agencia pecaminosas.
Tuve numerosos encuentros
con otros que realmente no me atraían, ni me gustaban, lo cual me llevó a sentir que cualquiera podía estar conmigo porque yo no era capaz de decir
que no ante un otro, yo no podía frenar la situación. Al parecer había aprendido a agarrarme de las
pequeñas muestras de “afecto” que en reiteradas ocasiones, en realidad, fueron
abusos, abusos que recién ahora soy capaz de concientizar. Tras estos episodios, llegué a creer que en realidad yo era la que deseaba que me toquetearan más de
la cuenta, de lo contrario hubiera dicho NO en su momento y me hubiera apartado
¿realmente hubiera sucedido así? Mínimo alguna respuesta de enojo por parte del
otro me hubiera llevado y, de seguro, hubiera terminado de sentirme súper culpable, además de sentirme humillada.
En fin, igual entiendo
que todo esto es parte del aprendizaje y, por supuesto, que es parte de nuestra lucha. He ido aprendiendo que poco a poco nos vamos levantando y valorando (al menos esa
ha sido mi experiencia). De todos modos, yo creo que de ello no fui consciente
recién hasta los 24-25 años, en que por primera vez aprendí a disfrutar del sexo, de
reconocerme y sentirme valiosa, pues no me había dado cuenta que el sexo que
había practicado antes, incluso con mis parejas sexuales de larga data, no
había sido gozado desde mi parte. Siempre había experimentado las
relaciones en función del placer del otro. Sentía que debía responder a los intereses de ellos para ser querida, despreocupándome totalmente de mí. Llegué a pensar que en
realidad las mujeres no disfrutábamos del sexo, y que las imágenes de las películas
era fantasía barata. Por cierto, debo añadir que mis encuentros siempre fueron
hechos bajo el efecto del alcohol que, por un lado "me ayudaba" a despertar mi deseo sexual y a deshinibirme, como también me "sirvió" para alimentar mi culpa moral. No hay que olvidar que cuando se nos pasa la mano con el trago, somos nosotras las responsables de que los manolarga se aprovechen de una.
Hoy en día sigo con aquella persona que desde los 24 me ha ayudado a re-descubrirme. Y luego de mucho tiempo
de haber experimentado placer, resulta que ya no puedo tener sexo con penetración, ni de ningún tipo, estoy bloqueada. De un momento a
otro, mi vagina comenzó a dolerme, y mucho; me arde el sólo abrir mis piernas, ni les cuento lo que se siente cuando el pene logra ingresar, es como si además de quemarme, me pinchara con astillas. Cuando inició el dolor también empecé a generar infecciones
urinarias y a desarrollar candiasis, y aunque tome pastillas o me inserte óvulos,
sólo desaparecen los síntomas correspondientes a esas enfermedades, el resto del
dolor vaginal persiste. Es como que si mi vagina hubiera pegado un grito de
auxilio. Incluso llegué a generar tensión muscular en las ingles del entre
piernas, evidentemente intenté continuar con el sexo pese al dolor, quería
corresponderle a mi pareja, pero ya no puedo más y mi cuerpo lo dice a gritos.
He consultado infinidad
de ginecólogas y ginecólogos, y no fue hasta el último que visité que me dijo: "lo siento, pero lo que te ocurre
es psicológico". Eso quiere decir que no podré recuperarme hasta que logre dar
con qué es lo que gatilló esta situación. Puede haber sido un episodio de la infancia,
de la adolescencia o ahora de más adulta.
Conforme con el
diagnóstico presentado, he investigado diversas fuentes de información con
respecto a lo que me pasa y veo que es muy común, como también es muy común
que nos tardemos mucho en hacernos cargo de lo que nos está pasando. A veces
llegan a consultar después de años, y yo no podría imaginarme continuar
ni un solo día mas forzándome a tener sexo que no quiero, porque es un sexo que
me daña. En todo caso, se entiende perfectamente el por qué de la demora en acudir a ayuda: ¿te imaginas no poder realizar sexo? ¿no poder poner en práctica esa actividad por la cual ese "diosito" practicamente nos creó? ¿Se podrían imaginar lo que se siente no poder tener relaciones íntimas con tu compañerx y, por ende, no "cumplir" con tus deberes de pareja? Entre muchas otras preguntas relacionadas, desde mi experiencia, ya les digo que cuesta, te baja la autoestima. La vergüenza, la pena y la humillación se apodera de una ¿quién querría afrontar una situación así?
Entonces, comprendiendo cuando me dice que esto es “psicológico” -y no dudo de ello- también entiendo
que tiene que ver con la sociedad en la que vivimos. Ya perdí la cuenta de
cuántas veces he sido abusada, tengo ejemplos para toda edad y en todo contexto.
Y de acuerdo con esto, se me vuelve un infierno el tener que intentar localizar
“qué es lo que gatilló” este momento. Lo cierto es que veo bien culera esta
situación, porque no doy más con este sistema de violencia “cultural”, casi creo
que mi vagina está en protesta ante la violencia machista y, bueno, claro que la
entiendo. De alguna manera debemos manifestar nuestro descontento. Ahora, sólo espero poder conectarme con mi vagina y con cada parte de mí, no
quiero volver a vivir enajenada de lo que me es tan propio, definitivamente no quiero volver a descuidarme y, mucho
menos ,quiero volver a hacer algo que no me parezca, porque como ya podemos ver: la cuerpa es sabia, no podemos pasar sobre ella.
Una vez presentado este relato que frustrantemente es 100% real, me despido
señalando que creo que mientras más
podamos verbalizar estos mal llamados “problemas íntimos”, conseguiremos más
soluciones efectivas. Es importante que sepas que no estás sola y, sobretodo, no
te sientas una bicha rara. Esto que “nos ocurre” es más común de lo que pensamos porque, lamentablemente, también lo es la violencia de género. JAMÁS te sientas culpable por "no cumplir como mujer", nosotras no le debemos nada a nadie, solo a nosotras mismas, y lo que nos debemos y merecemos es nuestro amor y cuidado. Lo demás, es compartir.
**Lo esperanzador es que poco a poco iremos saliendo de este círculo vicioso, porque como hemos podido aprender de las experiencias previas, de las historias de nuestras madres, tías y abuelas, lo único que nos ayudará es
que nos dotemos de herramientas que nos lleven a CAMBIARLO TODO, en pro de un
mundo en el que efectivamente quepamos todas.
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